Un gran ejemplo a seguir


Hace no mucho tiempo, en un país no muy lejano, había una serie de personas que estaban dispuestos a sacrificar todo lo que tenían por algo tan intangible, pero a la vez tan valioso, como son las ideas. Una serie de convicciones personales que aspiraban a conseguir un mundo mejor. Sueños y luchas con el objetivo de vivir en una sociedad más justa en donde los privilegios sólo fueran una palabra que para conocer su significado hubiera que mirar el diccionario y no a la calle.


Mi nueva entrada del blog va dedicada a una mujer que ha luchado, lucha y luchará por sus ideas. Valores que no son otros que los tuyos o los míos. Porque quién no cree en la solidaridad, o en el respeto como piedras angulares sobre la que se sustenta la convivencia de todos nosotros. Ella, cada día, ha ido poniendo su granito de arena. Hoy ya es una playa sobre la que pasea una nueva generación que no se acuerda, pero que tampoco olvida, lo que es vivir sin poder gritar la palabra libertad.


Hay ocasiones en la que escuchas historias que te dejan asombrado. Sin palabras ante la generosidad desinteresada de personajes anónimos que no buscan halagos, sino justicia social. Yo estoy orgulloso de conocer a la protagonista de una de esas historias. Tras las primeras elecciones municipales de Leganés, la concejala de Educación y Cultura se llevaba el trabajo “a casa”. Su domicilio estaba lleno de personas que la requerían, casi suplicaban, una ayuda ante los problemas que no les dejaban vivir por el día y dormir por las noches. En muchos casos, les era suficiente con ser escuchados y comprendidos. Desahogarse no les arreglaba sus problemas económicos, pero sí que les daba fuerzas para afrontarlos. Aún así, la concejala aún tenía tiempo para observar como el sueldo de los policías municipales era insuficiente. Hizo todo lo que tenía en sus manos… y en sus bolsillos: les donó el pequeño sueldo que le daban a final de mes en el Ayuntamiento. Entre todos los policías no tocaban a mucho. Pero tenían un motivo inmejorable para salir y hacer su trabajo lo mejor posible. Y, sobre todo, sabían que había una persona a la que no podían fallar y que haría todo lo posible para que su situación mejorase.


Casi lo de menos es dejar constancia del partido político en el que militaba. Pero para los que tengan curiosidad lo diré: es el PC, el Partido de Chon. Me gustaría darle las gracias por todo su esfuerzo. Yo vivo en la Avenida Reina Sofía, pero sería más justo que se llamara Avenida Chon Lago. También me gustaría devolverla un poco de esas fuerzas que nos entregó a todos para que las utilice con ella misma. Por cierto, su hijo Rafa es el mejor embajador y biógrafo que tiene. Pero seguro que eso no es ninguna sorpresa para Chon.

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