Mi mascota tiene una cita




La fina línea llamada destino que rige el día a día de todos y cada uno de nosotros es muy caprichosa. Nunca sabes por dónde te va a llevar.

Ayer, fui a dar el paseo nocturno de rigor con mi perro Guga (diminutivo en Brasil de Gustavo) cuando tuvimos que hacer un alto en nuestros pasos. El motivo se llamaba Cristina. Una perrita de la misma raza que empezó a coquetear con mi Guga. Claro está, a nadie le amarga un dulce, y a mi perro tampoco. Sobre todo cuando escucha a la dueña de Cris decir que su perrita está en celo y triste porque venía de un intento frustrado de apareo con otro perrillo. Estaba preocupada. Muy preocupada ante la recién descubierta frigidez de su mascota.

Lancé un suspiro al aire tras comprobar la ingenuidad de mi nueva amiga. Gustavo es el remedio. Es capaz de resucitar el apetito sexual hasta de un muerto. Si en casa no deja de "encalomar" a su amigo de peluche Rocky, no quiero ni pensar lo que haría con una perra de verdad. Mientras yo seguía con mis reflexiones, Guga ya había empezado a engatusar a Cris. Aunque la perrilla se mostraba un poco reacia al principio, no tardó en ceder ante los encantos de mi perrillo. Nadie huele el trasero con tanta dulzura y estilo como mi Gustavo.

“Pues no lo entiendo, si al otro no le hacía ni caso”. Las palabras de la dueña de Cris reflejaban una realidad. Comparar a mi perro con otro de su raza es como comparar el chope con el jamón de jabugo. Es un galán. Es el Arturo Fernández del mundo de los canes. Él lo sabe y lo utiliza para provocar la sensación de deseo entre sus presas.

“Si quieres mañana llevo a Cris a tu casa… que se la va a terminar el celo y no va a quedarse embarazada”. Dicho y hecho. Cerramos la cita y ahora estamos a la espera de ver cómo resulta el acontecimiento. Guga está algo nervioso. No es lo mismo torear de salón que en la plaza ante un morlaco de 600 kilos. Ha ordenado sus juguetes y me ha pedido que le ponga su jersey rojo, su favorito. Ya le he dicho que con cerca de 30 grados de temperatura no es muy conveniente ir tan abrigado, pero él insiste. No soy muy amigo de dar consignas, pero le he recomendado que sea amable y que no piense que la vida es una secuencia sacada de la película la Dama y el Vagabundo porque si sueña con repetir la escena del espagueti, se los tendrá que cocinar él.

2 comentarios:

  1. Si es que este Guga es todo un galán y, tarde o temprado, alguien tenía que caer rendido a sus pies.

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  2. Vamos, crack! Tienes que dejar el pabellón bien alto. A darlo todo!

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