La suerte de no saber qué es un ERE


Lo admito, hace cinco años no tenía ni idea de qué significaba las siglas ERE. Bendita y añorada  ignorancia... Sin embargo, ahora sé muy bien lo que es ya que los he vivido como trabajador, como familiar, como amigo y también como representante de los trabajadores. 

Viñeta de qué es un ERE
http://pasaramejorvida.blogspot.com.es/2009/04/sobrevivir-un-ere.html
Para qué engañarnos, si estás leyendo este post no es buena señal. Lo normal es que hayas accedido a través de alguna búsqueda en  Google. Y seguramente motivado porque estás viviendo y sintiendo en primera persona lo que es un ERE.

Todos sabemos más o menos lo que es un Expediente de Regulación de Empleo. Aunque mi intención no es definirlo como jurista, sino como persona. No soy nadie para dar consejos, aunque sí que me gustaría advertir sobre lo que se crea alrededor de las negociaciones entre los trabajadores y la empresa:

Rivalidad. Es muy duro saber que tu puesto de trabajo te lo vas a jugar con el compañero que tienes al lado. Sí, el mismo con el que te tomas el café todas las mañanas mientras te metes con tu jefe o con el que vas a jugar al pádel los sábados por la mañana. Un consejo, seguid metiéndoos con vuestro jefe y no dejéis de jugar al pádel.
Amistad. En las situaciones laborales más duras descubres qué compañeros se han convertido en amigos y cuáles no. Te sentirás respaldado por más compañeros de los que piensas, aunque también te llevarás alguna que otra decepción. La clave es apoyarse en quienes te apoyan.
Teatro. ¿Te imaginas que la empresa y el Comité de Empresa llegara a un acuerdo el primer día de la negociación? Por mi experiencia creo que sería posible reducir los tiempos, aunque la fase de regateo entre cuántos se van y cuántos se salvan no deja de ser una especia de obra de teatro en donde las personas que se sientan en la mesa de negociación se convierten en actores que interpretan lo mejor que pueden su papel. Es lo que se llama "liturgia de la negociación".
Angustias. El miedo a perder tu puesto de trabajo es el miedo a no poder afrontar los gastos que tienes. Piensas en tus hijos, en la hipoteca, en tus padres y se te viene el mundo encima. Es normal, lo raro sería no pensarlo.
Rumores. Los pasillos hacen más daño que la realidad. El ambiente se llena de chascarrillos muy dolorosos sin fundamentos. Evítalos y no los hagas caso. Y en caso de duda, pregunta a tus representantes.
Verdades y mentiras. Normalmente un ERE no suele ser el capricho de la empresa. Es una consecuencia de mala situación económica. La crisis hace estragos y nadie quiere seguir perdiendo dinero. Aunque claro, el español es pícaro por naturaleza y para obtener beneficio suele exagerarlo todo, cayendo en mentiras difícilmente justificables y creíbles.
Hipocresía. El primer hipócrita en un ERE suele ser uno mismo cuando piensa que más pierde la empresa si te despiden. El típico “ojalá sea yo uno de los afectados” lo suelen decir los que más miedo tienen a ser uno de ellos. Yo también lo he pensado alguna vez, aunque cuando lo analizas con frialdad te das cuenta de que no es la mejor forma de afrontar el ERE.
- La familia. El entorno familiar no entiende de regulaciones. Siempre tienen la palabra de ánimo que necesitas en el momento en el que más necesaria es escucharla. Entienden cómo te sientes porque te conocen a la perfección. No te cierres y permite que te apoyen. Seguro que tú harías o has hecho lo mismo.
Lágrimas. Despedirte de tus compañeros es muy duro. Da igual si eres tú el que te vas o si es el que se sienta a tu lado. Toda la tensión que has vivido la expulsas con el primer abrazo de despedida. Incluso te sientes culpable pensando en que quizá él haya hecho más méritos para continuar que tú. No te castigues, tú no eres el culpable.

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