El tiempo pasa corriendo

 

El tiempo pasa volando. O mejor dicho, corriendo. Así como el que no quiere la cosa, ya hace casi siete años del día en el que me dio el venazo de salir a correr. Derroté a la pereza y salí a por todas en una calurosa mañana de julio de 2014.


Pues ya han pasado siete años. En este tiempo ya tengo en mi curriculum varios miles de kilómetros. También he quemado varias zapatillas de diferentes marcas. No olvido que he superado unas cuantas tendinitis e incluso el COVID. Aún tengo muy presentes mis tiritonas de algunos entrenos en pleno invierno, que contrastan con las deshidrataciones sufridas en verano. Y, qué decir, de las pájaras. Unas cuantas veces me ha venido a visitar por sorpresa el tío del Mazo. Nunca me acostumbraré a esa sensación de no poder dar un paso más.

He entrenado series de 200 metros, pero también he hecho rodajes de 30 kilómetros. Incluso ya llevo cuatro temporadas apuntado al ClubCorredores Leganés: un club de running, o mejor dicho, de amigos. Tengo más de 40 dorsales guardados de diferentes carreras. De los que guardo con más cariño están las de las 9 medias maratones que he corrido y, por supuesto, el de la maratón de Madrid de 2019.

Pero si tengo que destacar algo de todo, sería que he sido constante. Es más, he conocido realmente en primera persona lo que significa ser constante. Aún me queda mucho para serlo tanto como mi padre, que lleva siéndolo bastante más décadas que yo, pero ya le voy reduciendo distancias.

En estos años, ya ha pasado tiempo más que suficiente para sacar algunas conclusiones muy personales:

  •           Lo más duro de salir a correr son los 15 primeros metros. La distancia que hay entre mi sofá y la puerta de la calle. Si se superan, el resto está más o menos chupado.
  •          Lo siento por los que no estén de acuerdo, pero yo cuando salgo a correr, me canso y sufro. Eso sí, posteriormente, se traduce en satisfacción. Pero aseguro a todos los críticos que sería más feliz quedándome en casa tumbado viendo la tele.
  •          Salir a correr es reunirte contigo mismo. Es como ir un psicoanalista en el que el médico y el paciente eres tú mismo. Entre zancada y zancada pones en orden todos tus pensamientos con un aliciente, le das siempre un enfoque positivo y optimista.
  •         He conocido a muchos detractores que te dices con sorna que para qué hago distancias tan largas corriendo. Es curioso que tengamos que justificarnos los que respondemos y no tengan que justificarse los que hacen la pregunta. La respuesta la tengo clara: porque me da la gana.
  •         Soy más fuerte de lo que pensaba. Así es, he ganado en resistencia, en capacidad de sufrimiento. Pero también he ganado en capacidad de disfrutar de la felicidad. Porque estar bien contigo mismo está vinculado a la recompensa que sientes por el sacrificio asociado a superar nuevos retos.
  •          Ahora soy consciente de que siempre se puede ir un paso más allá porque llevo siete años dando pasos más allá. Incluso sin fuerzas. Incluso sin ganas.
  •           Voy a seguir saliendo a correr.  

 

No me voy a alargar ya más. Quiero acabar dando las gracias a ese Luismi que hace siete años se levantó del sofá. Lo hago cada vez que salgo a correr.

1 comentario:

  1. Eres un tio muy grande Luismi. Da gusto compartir contigo algunos Km, rodajes y entrenos, sigue así y mucho animo y un abrazo

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