¿Mi mejor amigo?


Cuando una persona piensa en su despertar ideal, seguro que no tiene como protagonista a un perro. Yo llevo más de dos años sin abrir los ojos y ver cumplidos mis sueños. Más de dos años en el que lo primero que veo cuando me despierto es la nariz de mi mascota olisqueando mis bostezos.

Mi mujer y yo le bautizamos como Guga, apelativo cariñoso que se pone a los Gustavo en Brasil. Vamos, que viene a ser como el Paco para los Franciscos españoles. Algunos no aceptan o no recuerdan bien su nombre, por lo que ha tenido que escuchar algún que otro apodo, entre los que destacan El Patas, Blas, Buba…

No es muy receptivo.Las órdenes las entiende pero no las atiende. De nada sirve que le digas de buenas formas que se baje al suelo. Le da igual. Su anhelo es avisarme de que va a estar a mi lado todo el día. Da igual donde vaya. Da igual lo que haga. Da igual todo. Cuando uno decide tener una mascota, en el pack le viene una nueva sombra. Me ponga como me ponga, Guga no me va a abandonar. Si me echo la siesta, él se hace un hueco entre mis rodillas para acomodarse y dormirse. Si me pongo a ver la tele, muy sumiso se pone a verla conmigo. Si no le gusta el programa, me trae sus juguetes para que se los lance. Si me conecto a Internet, Guga me ladra para que le siente sobre mí y vea por dónde navego.

Es el mejor recepcionista de mi casa. Cuando suena el telefonillo o llaman a la puerta, es el primero en ir a dar la bienvenida para avisar que la casa es suya, aunque no ponga un euro para pagar la hipoteca. Si el invitado quiere pasar un rato agradable tiene que ser consciente de que tiene que aceptar sus normas, entre las que se incluye jugar, pelearse y comer con él.

¿Pero esto también lo come?. Es la pregunta que más veces he escuchado en los últimos meses. Pues sí. Mi perro come plátano, tomates, kikos, sobaos pasiegos (preferiblemente de la marca Eroski)… y cualquier cosa que se te pase por la cabeza. Aunque como todos, también tiene su plato preferido: las cortezas. Desconozco qué le aportará, pero las adora. Su primer mordisco busca el sonido inconfundible del crujido. Te mira a los ojos. Te da el visto bueno. “Cuantas más cortezas, más amiguete tuyo seré”, parece que te dice cuando le ofreces una.

Si se te olvida que le tienes que sacar a la calle no hay problema. Él te lo recuerda. Cuando se acerca la hora se aproxima a la puerta y se tumba delante de ella mientras suelta algún ladrido. Sus paseos los contempla como un desfile de modelo. Le encanta exhibirse. Cuando ve a alguna perrilla a la que quiere cortejar (todas), acelera su ritmo, mueve el rabillo y se acerca a ella buscando amor. Lamentablemente, es demasiado directo. En vez de intentar la conquista escribiendo sonetos, decide que el mejor método es oler su trasero. Evidentemente sigue soltero y virgen.

Por si fuera poco, le gusta chantajear. Le encanta poner carita de cordero degollado cuando algo no va como él quiere. Apoya la cabeza en el suelo, cierra un poco los ojos, tuerce el morro y empieza a gemir. Sus lamentos parecen grabados de un tanatorio. ¿Cómo no voy a ceder…?

6 comentarios:

  1. JAJAJA...No sabes lo cuanto me he reido con tu texto sobre Guga. Amei!!!!! Qué sigas escribiendo sobre nuestro Guga que me tendras aqui de lectora diaria.
    Os quiero muchisimo...Ana

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  2. Ese perro es un tesoro

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  3. Grande, Gustavo, grande!!!! Nos vemos pronto.

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  4. Muy majo el perrito pero a veces el cabronazo muerde,aunque eso si es majete y cariñoso

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  5. Este perro es un cabroncete,se mea en la escalera
    ladra por la noche,se hace caca en los ascensores
    etc.etc.Lo que tienes que hacer es venderlo si hay alguien que lo quiera,y dejar a los vecinos dormir tranquilamente.

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