Raúl y 10 más


El tiempo pasa para todos. Nos guste o no, nos vamos haciendo mayores. Algunos se resisten a mirar el reloj, temerosos de comprobar como cada paso adelante del segundero es una resta en su ego. Raúl es uno de ellos.

El delantero es un icono del Madrid, del fútbol y hasta de la sociedad. Su mito es tan grande que ha llegado a apropiarse como propio un número: el 7. Decir el 7 es decir Raúl. El número bíblico es actualmente suyo. Él lo sabe, y él se lo ha creído. Ahora le llega el momento de reflexionar, de tomar conciencia que sus mejores años ya están en los álbumes de fotos y en las videotecas.

Tiene que dar ejemplo y no resistirse a lo irresistible. Con 31 años ha perdido velocidad, chispa, oportunismo y, sobre todo, gol. Su nómina ha crecido con sus tantos, pero no va a reducirse sin ellos. Los jóvenes piden paso, pero nadie se atreve a gritarlo porque tienen miedo de perder el respeto al capitán. Una palabra suya bastaría para echarles encima el peso de la afición, a la que controla con sus estadísticas pasadas y un par de carreras al sprint sin destino.

Su imagen en el banquillo debe ser habitual. Un prólogo para una despedida que tiene que ser por la puerta más grande que haya en el Bernabéu. Porque es ley de vida y porque ya no es indispensable.Su labor tiene que ser la de facilitar el relevo. La de enseñar cómo ser dueño de un número. La de tapar las carencias con sudor y sacrificio. La de hacer mejor a los que le rodean. La de ganar. La de no rendirse ante la derrota. La de tatuar su sonrisa en la memoria de los niños que se acercan a pedirte tu firma. En eso, el 7 es balón de oro.

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